Nuestro programa se basa en la comprensión de que la música es un excelente catalizador de potencialidades, habilidades y desarrollo íntegro, integral e integrado de destrezas sociales, cognitivas, culturales, humanas y éticas. Se realiza una apuesta al incentivo del desarrollo de éstas a través del aprendizaje, conocimiento y
aprehensión de el correcto empleo de un instrumento musical.
La música como expresión de arte y sentimientos, es una excelente contribución a la pacificación de una sociedad. Además ayuda a desarrollar cualidades, valores y principios que son pieza clave tanto en el mundo laboral como para la formación de la personalidad. Esto se ha evidenciado con un trabajo en áreas como la Creatividad (improvisación de tonos y sonidos), Concentración (exactitud en el empleo de una pieza musical), Libertad de Expresión, Convicción (fuerza y valor de comunicarnos y comunicar lo que sentimos), Estabilidad emocional, (seguridad de sí mismo), Inteligencia (en la interpretación congenial de una obra musical), Sentido del deber, responsabilidad frente a sí mismo y el conjunto.
Los programas de música comunitaria brindan un modelo emocionante para ofrecer una formación musical generalizada, especialmente a los niños desatendidos. Mientras que las lecciones privadas de música son prohibitivamente caras, los programas comunitarios reúnen a grupos de niños, canalizando su creatividad y energía lejos de alternativas perjudiciales.
Informes de programas como El Sistema (Caracas, Venezuela) sugieren que estos programas logran más que proporcionar a los niños una actividad agradable: los participantes permanecen en la escuela, les va bien en la escuela y persiguen la educación postsecundaria con mayor frecuencia que sus compañeros (Majno, 2012). Hasta la fecha, sin embargo, pocos estudios han preguntado si estos programas musicales comunitarios tienen un impacto biológico en el sistema nervioso en desarrollo.
Se realizó un estudio con la hipótesis de que la participación mejora el procesamiento neuronal de las sílabas del habla. Para probar esto utilizaron un diseño de control aleatorio en colaboración con Harmony Project (Los Ángeles, CA), un programa de música comunitaria que ha proporcionado instrucción de música gratuita a más de 1000 niños de las zonas de reducción de pandillas de Los Ángeles: Aquí todos los niños asisten primero a clases introductorias de maestría musical (1 hora por sesión, 2 sesiones por semana); después de algunos meses progresan a la capacitación de instrumentos de cuerdas, vientos de madera y vientos de latón.
Un año de entrenamiento fue insuficiente para provocar cambios en la función del sistema nervioso. Los resultados arrojaron una mejora en la distinción neurofisiológica de los sonidos del habla contrastantes en niños que participaron en 2 años de clases de música. El análisis grupal sugirió que un mayor entrenamiento musical condujo a mayores mejoras en la función neurofisiológica.
Estos hallazgos apoyan los esfuerzos para reintegrar la música a la escuela pública como un complemento importante de la ciencia, la tecnología, las matemáticas y la enseñanza de la lectura (Rabkin y Hedberg, 2011, Comité Presidencial sobre las Artes y las Humanidades, 2011). Además de proporcionar a los niños una actividad extracurricular que les satisface personalmente, los programas de música comunitaria ofrecen la posibilidad de engendrar cambios biológicos en los procesos neurales importantes para la comunicación cotidiana.
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